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Los hidratos de carbono suponen el principal combustible de nuestro organismo, por tanto son necesarios e imprescindibles en nuestra dieta.

 

La importancia reside en saber cuántos y cuándo tomar esos carbohidratos, no serán los mismos requerimientos en un deportista que en una persona mayor o en aquellos que practican el “sedentarismo” como deporte habitual.

 

Por lo general deben suponer el 50-60% de nuestra ingesta calórica diaria, aumentando en caso de necesidad como decíamos anteriormente (en deportistas, por ejemplo). Existen dos tipos de hidratos de carbono, los “simples” (se encuentran en azúcar, frutas, lácteos…) y los “complejos” (presentes en cereales, patata, pasta…) y estos a su vez pueden ser de absorción rápida o lenta.

 

Los de absorción rápida, como el azúcar, los zumos de fruta o la miel, se tomarían en momentos en que necesitamos reponer de inmediato un gasto de las reservas de glucosa, por lo general tras un ejercicio intenso, mientras que los de absorción lenta buscan recargar esas reservas de glucógeno muscular tras un ejercicio intenso pero mantenido en el tiempo (una carrera larga, por ejemplo).

 

 

Lo importante es saber ajustar la ingesta a las necesidades reales, tened en cuenta que los “azúcares” que no se queman, pueden transformarse en grasa y depositarse en nuestro organismo.

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